Conocidas como “neuronas espejo”, las neuronas Cubelli son las encargadas de reproducir el gesto que nos emiten enfrente. De ahí que al entrar en un local, cobren tanta importancia los primeros diez minutos, en los que el bartender puede llegar a construir un estado de ánimo diferente en los clientes a partir de la empatía con la que se dirija a ellos.
Elegir nunca fue algo sencillo. En la toma de decisión influye no sólo tu preferencia individual (influida por lo que quieres proyectar de ti), sino también la adecuación al momento y al entorno, y, aunque no seas consciente, la alineación con lo que pida tu grupo o tu pareja.
Y decidir es ambivalente. El perfil más autoconfiado es aquel que no tiene problema en pronunciar su deseo porque se siente seguro de sí mismo. Por el contrario, el perfil indeciso es quien intenta evitar asumir ese rol: deja que elijan por él o se deja llevar por la decisión del grupo.
La carta es el apoyo imprescindible a la hora de tomar una decisión compleja. Invertimos de media 5 minutos en leer la carta y lo hacemos descartando primero lo que no vamos a probar, para decantarnos después por una o varias opciones de entre las demás. De hecho, solemos hacer una lectura rápida de todas las opciones y una lectura más atenta entre las más selectivas.
Por eso, para garantizar una decisión correcta, y porque las experiencias se viven en el cerebro, la carta debe apuntar a crear conexiones. Una carta conecta con nuestro cerebro desde lo exótico (como activador descomunal del imaginario), desde lo histórico, desde lo sensorial (la promesa de la experiencia) y desde los efectos.
Para ello, la psicología del bartender es fundamental.