Quién no se ha visto alguna vez a solas con su copa en la barra de un hotel. Quizás con un jet lag desquiciante o simplemente para escapar de la impersonalidad de una habitación desangelada. Haz memoria. Observar a todos esos personajes, esas vidas anónimas; son historias que imaginar.
o cierto es que tomarse una copa es per se una invocación a la aventura. Máxime cuando es el único referente que puede propiciar el inicio de una conversación. La bebida de alguna forma marca un estilo y transmite algunas claves sobre el consumidor.
Así, cuando Bob y el bardender le sugieren a Charlotte una copa, ella se mantiene fiel al VodkaTonic. Su decisión es tajante. Podemos deducir que es el cóctel que la bella noctámbula toma siempre en su país. Pero detrás de eso hay algo más. Y lo vamos descubriendo según avanza el argumento de la película.
Si partimos de su receta, veremos que es tan sencilla como la protagonista:
Ponerle aderezos a la copa es como ponerle atributos a quien se la toma. Charlotte pide un cóctel clásico dándonos una idea de austeridad, fidelidad o seguridad. En cambio, si hubiera optado por saturarla de botánicos, ¿el guión habría sido diferente?
Es posible, pero seguro que con el mismo resultado, porque detrás de un buen cóctel siempre hay una gran historia.